jueves, 25 de octubre de 2012

LOS POETAS QUE ESCRIBIERON AL PUEBLO, LA INJUSTICIA Y A LA REBELION

LOS POETAS QUE ESCRIBIERON AL PUEBLO, LA INJUSTICIA Y A LA REBELIÓN



Vladímir Mayakovski
“Que aprendan los contemporáneos a escribir,  y también los historiadores imbéciles.” 
"Un notable poeta vivió una vida mezquina y 
sin interés." 



(Vladimir Mayakovsky o Maiakovski; Bagdadi, Georgia, 1893 - Moscú, 1930) Poeta soviético. De origen humilde, su militancia en el Partido Bolchevique le causó numerosos problemas con las autoridades de Moscú, donde su familia se había trasladado. En 1911 se unió a los primeros futuristas y participó en la redacción del primer manifiesto futurista ruso.
Su odio visceral al universo burgués y su combativo espíritu revolucionario se reflejan ya en sus primeras obras: La bofetada a gusto del público y la tragedia Vladimir Maiakovski (1913). En 1915 publicó el libro de poemas La nube con pantalón y un año después, La flauta-columna vertebral. Del mismo año que la Revolución Rusa son las premoniciones de El hombre (1917), en la que colaboró redactando eslóganes revolucionarios.
A partir de 1923 y hasta 1928 trató de congregar en torno a la revista Lef, fundada por él, a toda la vanguardia artística soviética, a pesar de las críticas crecientes de los estamentos del nuevo orden. Exaltación de la figura de Lenin es el poema V. I. Lenin (1923-1924), y los éxitos de la URSS son cantados por el poeta en obras como Octubre (1927) y ¡Bien! (1927).
También criticó el creciente aparato burocrático soviético con comedias como La chinche (1929) y El baño, que estuvieron precedidas en 1922 por Los sedentes. Problemas políticos y personales, agravados por el fracaso de sus obras, podrían ser los motivos que explicarían su suicidio, pese a que no tardó en ser reconocido por su valor literario como el fundador de la poesía soviética.

COMÚNMENTE ES ASI
El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.
Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.

Sólo el idiota,
maneja puños
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.

La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios con sistema Müller,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.
El amor florece,
florece,
y después se deshoja.


EL POETA ES UN OBRERO 

Se le ladra al poeta: 
«¡Quisiera verte con un torno! 
¿Qué, versos? 
¿Esas pamplinas? 
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!» 
Sin embargo 
es posible que nadie 
ponga tanto ahínco en la tarea 
como nosotros. 
Yo mismo soy una fabrica. 
Y si bien me faltan chimeneas, 
esto quiere decir 
que más coraje me cuesta serlo. 
Sé muy bien 
que no gustáis de frases vacías. 
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños. 
Pero nosotros 
qué somos sino ebanistas 
que trabajan el leño de la cabeza humana. 
Por supuesto 
que pescar es cosa respetable. 
Echar las redes. 
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión! 
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso: 
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor. 
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos, 
donde se forma el hierro chisporroteante. 
¿Pero quién 
se atrevería a llamarnos holgazanes? 
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua. 
¿Quién es más aquí? 
¿El poeta o el técnico 
que procura a los hombres 
tantas ventajas prácticas? 
Los dos. 
Los corazones son también motores. 
El alma es también fuerza motriz. 
Somos iguales. 
Camaradas de la clase trabajadora. 
Proletarios del cuerpo y del espíritu. 
Solamente unidos 
solamente juntos podremos engalanar el universo, 
acelerar el ritmo de su marcha. 
ante una oleada de palabras, levantemos un dique. 
¡Manos a la obra! 
¡Al trabajo, nuevo y vivo! 
Y a los que discursean 
que se les mande al molino. 
¡Para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas! 

RAFAEL ALBERTI 

Poeta y dramaturgo español, nacido en El Puerto de Santa María
(Cádiz). Inicialmente se dedicó a la pintura. Se trasladó a Madrid con su
familia, y en 1924 se le concedió el Premio Nacional de Literatura por el primer
libro que publicó, Marinero en tierra. Se trata de una obra de un refinado
popularismo donde universaliza el mar, que llega a convertirse en un mito.
Su surrealismo le lleva a introducir asuntos personales en el ámbito
de las  cuestiones históricas, lo que supuso en él una inclinación hacia el
anarquismo, como demuestra su elegía Con los zapatos puestos tengo que morir, de
1930. 
Desde el exilio Con su compañera, la también escritora María Teresa León, se vio
obligado a exiliarse después de la derrota de la República en la Guerra Civil
española. Vivió en Argentina hasta 1962. A partir de ese año residió
en Roma, y no regresó a España hasta 1977; fue elegido diputado por la
provincia de Cádiz. El poeta recoge su vida durante los años de destierro en La arboleda perdida (1959 y 1987). 
 Los poemas más estrictamente políticos  inspirados por las circunstancias, como las muy conocidas Coplas de Juan  Panadero, de 1949, y La primavera de los pueblos, de 1961. Entre
la producción de Alberti posterior a su regreso a España, cabe destacar el libro de
carácter erótico Canciones para Altair, publicado en 1989. Ha recibido muchos
premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Lenin de la Paz, en 1966, y el
Premio  Cervantes, en 1983. El 28 de octubre de 1999 falleció Rafael Alberti, el último exponente de la  generación del 27 y figura clave de la poesía española de todos los tiempos. Un  paro cardiorrespiratorio fue la causa de su muerte, cuando se
encontraba en su  casa del Puerto de Santa María, en Cádiz, en la misma ciudad que le vio nacer  hace 96 años.

Por expreso deseo del poeta, sus restos mortales fueron incinerados y
sus cenizas serán devueltas a las aguas de la Bahía de Cádiz, a la que tan
estrechamente vinculadas han estado su vida y su obra. En el Puerto de
Santa  María, localidad de la que era además alcalde honorario, se declararon
tres días  de luto y se le rindió un homenaje popular.


SALAS DE LOS INFANTES  (PREGÓN DEL AMANECER)
   ¡Arriba, trabajadores
madrugadores!
   ¡En una mulita parda
baja la aurora a la plaza
el aura de los clamores,
trabajadores!
   ¡Toquen el cuerno los cazadores;
hinquen el hacha los leñadores;
a los pinares el ganadico,
pastores!


EL ÁNGEL AVARO
   Gentes de las esquinas
de pueblos y naciones que no están en el mapa
comentaban.
   —Ese hombre está muerto
y no lo sabe.
Quiere asaltar la banca,
robar nubes, estrellas, cometas de oro,
comprar lo más difícil:
el cielo:
Y ese hombre está muerto.
   Temblores subterráneos le sacuden la frente.
Tumbos de tierra desprendida,
ecos desvariados,
sones confusos de piquetas y azadas,
los oídos.
Los ojos,
luces de acetileno,
húmedas, áureas galerías.
El corazón,
explosiones de piedras, júbilos, dinamita.
   Sueña con las minas.




GABRIEL CELAYA

 


(Seudónimo de Rafael Múgica Celaya; Hernani, 1911 - Madrid, 1991) Poeta español, uno de los más representativos de la poesía social de los cincuenta. Sus primeras tentativas como poeta no fueron aceptadas en modo alguno por su familia, razón por la cual eligió escribir con seudónimo. Con este nombre, pues, apareció su primer libro de poemas: Marea del silencio (1935).
Su relación con su mujer, Amparo Gastón, fue decisiva a lo largo de su vida. En más de una ocasión, Celaya dijo de viva voz que todo cuanto era como poeta y persona a ella se lo debía. Otro encuentro que influyó en la pareja de escritores fue el conocimiento que trabaron con Jorge Semprún (a la sazón, Federico Sánchez), a través del cual ingresaron en las filas del Partido Comunista. Esa militancia llegó hasta el final de sus días y los marcó para siempre.
Su producción, adscrita a la corriente de poesía social, es la expresión de experiencias colectivas, cargada siempre de un propósito de denuncia para el cual recurre a un deliberado prosaísmo. Autor muy prolífico, de casi un centenar de obras, encuentra su voz propia -un decir sencillo y cordial, humano y prosaico- con los libros Movimientos elementales(1947) y, sobre todo, con Tranquilamente hablando(1947) y Las cosas como son (1949).
En los libros siguientes, reclama y practica una poesía de protesta, instrumento de su compromiso político; es, junto con Blas de Otero y Celso Emilio Ferreiro, uno de los poetas más representativos de la poesía social de los cincuenta: Las cartas boca arriba, de 1951, Lo demás es silencio (1952), Paz y concierto(1953) Cantos iberos, de 1954, De claro en claro(1956), Las resistencias del diamante (1957) yEpisodios nacionales, de 1962.
A pesar de que en 1986 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas, los últimos años de su vida transcurrieron entre penurias económicas que le llevaron a vender su biblioteca a la Diputación Provincial de Guipúzcoa, y a que el Ministerio de Cultura se hiciera cargo del coste de su estancia en el hospital en 1990.

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, 
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, 
fieramente existiendo, ciegamente afirmado, 
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente 
los vertiginosos ojos claros de la muerte, 
se dicen las verdades: 
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas 
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, 
piden ser, piden ritmo, 
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto, 
con el rayo del prodigio, 
como mágica evidencia, lo real se nos convierte 
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria 
como el pan de cada día, 
como el aire que exigimos trece veces por minuto, 
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan 
decir que somos quien somos, 
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. 
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo 
cultural por los neutrales 
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. 
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren 
y canto respirando. 
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas 
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, 
y calculo por eso con técnica qué puedo. 
Me siento un ingeniero del verso y un obrero 
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta 
a la vez que latido de lo unánime y ciego. 
Tal es, arma cargada de futuro expansivo 
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada. 
No es un bello producto. No es un fruto perfecto. 
Es algo como el aire que todos respiramos 
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo 
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. 
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. 
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya.







No hay comentarios:

Publicar un comentario